viernes, 18 de octubre de 2019

EL DESVÁN


Esta mañana me desperté sobresaltada, había tenido un sueño algo extraño, me senté en la cama, encendí la luz de mi mesa de noche y miré el reloj. Eran las once y media, me vestí, bajé a la cocina a por el desayuno y luego me dirigí hacia la terraza.
Estaba sentada en uno de los sillones, mirando el inmenso jardín que había en la entrada de la casa, empecé a recordar aquellos años que veníamos mis hermanos y yo de vacaciones, corríamos por toda la casa, nos mojábamos unos a otros con la manguera...

Metida en mis propios pensamientos, me levanté y fui al desván, hoy venían los del camión a llevarse algunas cosas que había dejado mi tío tras su muerte, pero antes quería revisarlo todo por si aún quedaba algún recuerdo importante. Llegué arriba. Entré. En ese momento recordé que nunca había estado sola en ese lugar de la casa, siempre había subido acompañada de mis hermanos, solíamos subir a jugar, el espacio era pequeño, pero siempre buscábamos la manera de poder caber todos ahí dentro, a la hora de la merienda mamá nos traía la comida y estábamos allí hasta la hora de cenar. En las tardes de lluvia se podía estar tranquilamente jugando como cualquier día ya que gracias a lo que yo llamaba "paredes falsas" desde dentro no se oían las gotas de agua.
Me sentía observada por todos los armarios, cajas y libros. Me encontraba en el suelo sentada en medio de todo aquello, mirando en todas partes, encontré álbumes de fotografías de hace muchísimos años.

De repente vi brillar algo en una esquina, me acerqué y vi que se trataba de una caja, pero no era una caja cualquiera, no era de madera ni nada usual, tenía unas pequeñas lentejuelas formando un mosaico. La abrí y en fondo de la caja había un sobre con su nombre. La abrí y leí una nota que decía: 

"Me encontré esto por casualidad, solo quiero saber si es verdad y si tú lo sabías. Estaré toda la tarde esperando tu llamada."

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