jueves, 21 de noviembre de 2019

El hilo rojo

   

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EL HILO ROJO

Dicen que tenemos una especie de hilo rojo, el cual para nosotros es invisible, que nos une con aquellas personas que debemos conocer tarde o temprano a lo largo de nuestra vida.

En materia de amigos, los primeros que conocemos son aquellos con los que coincidimos en la escuela infantil, el colegio, o incluso si nuestros padres nos apuntan en actividades extraescolares. Algunos, los mejores, seguirán estando ahí para ti. Sin embargo, a todos no nos funcionan así esos primeros amigos que tenemos en nuestra vida. Ya sea porque somos muy tímidos, y por eso puede ser que seamos más cerrados, o porque hasta el momento nadie te ha demostrado que realmente le importas.

Eso es precisamente lo que le ha pasado a Cait, una chica española de 20 años que vive con sus padres en Madrid, una ciudad llena de oportunidades. Esas oportunidades que ella aún no ha tenido, si, puede que sea porque no se esfuerza demasiado, pero lo intenta y eso es lo que importa.
Su vida no ha sido fácil, pues siempre ha tenido que viajar de una ciudad a otra a causa del trabajo de sus padres. Ha estado toda su vida enfadada con ellos por ese motivo, desde pequeñita cuando su madre la llamaba porque le quería decir algo, ella sabía que debían mudarse en seguidas a otra ciudad, otra casa, otro colegio, otras normas etc. Además de eso, fuera al colegio que fuera nunca podía conservar a sus amigos, bueno, a los pocos amigos verdaderos que conseguía, después de todo estaba la distancia de por medio. Por eso al comenzar la secundaria no sentía que debiera entablar una amistad ni siquiera hablar con nadie a menos que fueran trabajos o cosas del curso.

A día de hoy, es más feliz de lo que ya era antes. Puede parecer una tontería, pero siempre había querido tener un grupo de amigos con los que estar siempre. Se imaginaba que algún día conseguiría que eso ocurriera, no le importaban si era uno solo, con que estuviera para ella pasase lo que pasase tenía más que suficiente. Y así fue, un buen día estaba aburrida en casa y decidió bajarse una de esas aplicaciones para conocer a gente nueva.

Después de unos días, se había olvidado de que había descargado aquella aplicación, una vez puesto el sonido le empezaron a llegar muchos mensajes de chicos y chicas que no conocía. Una de ellas era su mejor amiga preguntando que hacía por allí y por qué no le había dicho que quería una cita a ciegas con ella, bromeaba obviamente. Había subido una foto de ella con su perrita Nancy, pero no esperaba que la conociera nadie en aquella especie de red social. Otro de los mensajes le llamó bastante la atención el chico parecía más simpático que cualquiera de todos los que empezaron a hablarle durante esa semana.
Leyó todos los mensajes y se paró a contemplar aquella maravilla del destino. Al parecer eran bastante parecidos, por la edad estaba claro que no, más bien por ciertos aspectos personales como pensamientos, ideas, incluso situaciones familiares y personales. Eran tan iguales que daba hasta miedo. Muchas veces sin terminar la frase ya el otro lo completaba y así poco a poco se fue forjando una amistad por el medio menos fiable del mundo en esos momentos. A veces parecía que se querían para algo más, algo como... novios, porque se había cogido tanto cariño y tenían tanta confianza a pesar de no conocerse en persona y haber hablado prácticamente poco tiempo. Su WhatsApp estaba lleno de iconos amorosos, de risa de llanto, no usaron los iconos de las plantas porque no tenía nada que ver con todo lo que hablaban.

Eso empezó en la temporada de verano, casi acabando el curso. Tanto ella como él conocieron a otras personas a través de esa misma red, pero seguían en contacto día sí y día también. 

- Hola!
- Holaaa 
- ¿Cómo estás hoy?
- Bien, excepto por el final de curso, la profesora de ciencias es... agg quiero matarla
-Va, no será para tanto jajaja seguro que algo hiciste
- No te rías no es gracioso, me tiene cansadísima, ojalá se acabe esto ya.  Y no hice nada, soy un angelito
- Ya. Claro, el mismo angelito que rompió mi móvil hace 6 meses. -se burló él-
- ¡OYE! ¡¡Que fue sin querer, yo no tengo la culpa de que fotografíes hasta las mierdas de los perros!!
- Jajaja, Pero si te lanzaste como una loca para que no sacara una foto a tu libreta, que son solo historias inventadas, muy guay por cierto.
- Ayyy... calla que es que me daba vergüenza, siempre la llevo en mi mochila para escribir lo que siento... No todas son inventadas, algunas son de mí misma, de mi vida... ya sabes para desahogarme, y por eso no dejo que cojan la libreta.
- Pues, habían algunos que podía ser yo perfectamente, somos como hermanos ¿recuerdas?
- Bueno da igual, ya lo has visto no puedo hacer nada ¿no?
- Si, explicarme en quién te inspiraste para escribir la número 6.
-¿Qué? No me acuerdo cual era, espera que la lea.
-Espero
 ------
- ¿Cait?
-Si, perdón es que no la encontraba... Ahora te digo

Vamos Cait, piensa, piensa, no podemos decirle la verdad arruinaría mi amistad con él y además eso fue algo momentáneo. Aunque dos amigos pueden quererse MUCHO sin llegar a enamorarse ni nada de eso, pero se va a pensar lo que no es y solo me conoce de verme una vez sola en persona y hablar por chat, qué vergüenza. - Se decía a sí misma ella- Bueno da igual le digo eso y ya está si total no me va a ver hasta dentro de un tiempo.- Habló para sí misma -

- Hola, ya lo leí
- ¿Y bien, lo recuerdas?
- Si, sé por qué fue, pero fue pasajero, un pensamiento de esos que te llega de repente..
- Y por quién?
- Emm... no sé si debería decirte, me da cosa que pienses lo que no es, aunque ya te dije que fue instantáneo
-Como el Cola Cao no te fastidia, venga va dime que no voy a pensar nada raro lo juro.
- Gracioso, ¿seguro? Es que jo, no quiero que esto se rompa por eso, o sea que me veas de otra forma o pienses algo mal sobre mi
- Que no tonta, dime que me tienes intrigado
- Bueno... a ver fue por una persona.
- Ahá, y... ¿Quién es esa persona misteriosa?
- Uno que conoces muy bien y que si te miras al espejo lo verás.
- Eso... ¿Eso quiere decir que fue por mí?
- Si, puede que sí -Contestó ella- 
Y acto seguido apagó el móvil. Con la adrenalina aún metida en el cuerpo y la intriga de saber si el chico le ha contestado o si habrá dejado de hablarle para siempre ni se había dado cuenta de que se había saltado su parada.
Rápidamente pulso el botón para la siguiente parada, bajó de un salto del autobús y tomó el camino de vuelta a casa.

 Al día siguiente...

Dejó que el autobús girara en la siguiente calle y fue tras ella, sabía que sobre esa hora llegaba a su parada.
- Tranquila, no grites, soy yo.
- Pero tú eres tonto, ¿Qué haces aquí? Suerte tienes de que conozco tu voz, porque hubieses alcanzado una patada en donde tú sabes a la primera. - Dijo ella enfadada. -
- ¡Uy! La señorita agresiva ha vuelto. -dijo con gracia. - Vine porque no respondiste mi mensaje de ayer.
- Y? ¿Para eso es necesario venir hasta aquí? Que yo sepa no te he bloqueado podías haberme hablado.
- Ya, pero te conozco y sé que no ibas a contestar y quería saber si estabas bien.
-Si, muy bien, gracias. -Dijo ella siguiendo su camino - 

No quiero mirarle a la cara, puede que suene cobarde, pero creo en serio que esa información no debí dársela y estoy enfadada conmigo misma por ello. 

- Vamos Cait no seas amargada. -dijo él intentando seguir el ritmo de Cait-
-   No soy amargada.
-  Sí, normalmente no, pero ahora sí. Y además te estás comportando como una estúpida por algo que no tiene importancia. 
Cait se dio la vuelta enfadada y mirando fijamente a los ojos le espetó:
- ¡Precisamente, porque sé que a ti no te importa en absoluto y a mi sí me sigue importando ese estúpido texto! -gritó- En ese momento se dio cuenta de lo que había dicho. Al percatarse de este hecho miró a su alrededor, hasta la gente de la otra acera se había parado a mirarla, sentía como si el tiempo se hubiese parado en ese momento. Volvió a mirar al chico y bajó la cabeza derrotada.
-Genial -susurró-





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